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Ad altiora, et meliora, semper...Ad altiora tendimus
Durante el Torneo Clasificatorio al Campeonato Nacional - 2009, le pregunte sobre una partida a uno de los jugadores jóvenes y este me contesto:
¡Estoy perdido! ¿Qué voy hacer? Abandone… y vi como otro jugador joven el MN Raul Vazquez lo aconseja y le dice: ¡Sí, tienes razón la posición está perdida, pero... "A mí me tienen que ganar...me tienen que demostrar que me pueden ganar...a esta partida le queda mucho ajedrez... y se puede complicar..."! ¡Aquí yo no abandono!
Pensando en esto me tropecé con el siguiente artículo publicado en su blog por el MF Luis Fernández Siles:
Uno de los detalles por el que se distingue a un buen jugador, es por lo difícil que resulta vencerle en una posición ganada. El buen jugador es difícil de batir aun cuando tiene una posición muy comprometida o prácticamente perdida.
El jugador flojo tira la toalla con facilidad y apenas opone resistencia cuando su posición es muy desventajosa.
He escuchado alguna vez el siguiente consejo: “Cuando estás perdido lánzate al ataque sin mirar atrás, no tienes nada que perder…”
Debo decir que no es un gran consejo. Un jugador fuerte aguanta en una posición perdida todo lo que puede, busca la defensa que más aguanta frente a cada amenaza que plantea el rival y, de ningún modo, lo da todo por perdido y se lanza a un ataque más propio de un kamikaze que de un ajedrecista.
Rowson, en su magnífico libro Los siete pecados capitales del ajedrez, que ya hemos recomendado anteriormente en este blog, plantea algo mucho más útil para estas posiciones: la teoría de la infinita resistencia, en la que insta al jugador que está muy inferior o perdido, a buscar la mejor defensa en todo momento, sin olvidar plantear todos los problemas que se pueda al rival. Este apartado del libro es uno de los mejores y uno de los más útiles para el jugador práctico.
Ganar una partida ganada no siempre es una tarea fácil, y muchas veces el jugador que tiene una gran ventaja se relaja, o se confia, o incluso se desespera cuando ve que vamos defendiendo una a una cada amenaza que nos plantea. Nosotros debemos esperar el error del rival, incluso cuando parece que no hay lugar para la esperanza.
Repito: ganar una partida no es fácil, recuérdalo cuando estés perdido.
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